10.1.09

DEBERES Y DERECHOS

Haz la prueba: organiza una marcha por los derechos y verás lo rápido que reúnes una multitud de partidarios. Organiza en cambio una por los deberes y marcharás solo. La gente está muy dispuesta a exigir los primeros, pero no muestra la misma voluntad para asumir los segundos, ignorando la medida en que ambos se retroalimentan y colaboran.

Por culpa tanto de los abusos de poder como de la demagogia populista, el derecho ha quedado escindido del deber. Lo que merecemos simplemente por nuestra condición humana o civil nos parece natural y hasta urgente, mientras que toda obligación ética en retribución por los beneficios que usufructuamos de tal principio nos suena impuesta, enojosa, una estafa. En virtud de este equívoco muchos infringen el contrato simbólico a que nos acogemos como miembros de la sociedad, según postuló Rousseau. Quieren el fruto, pero no desean cultivar la tierra, o en palabras de J. Ortega y Gasset: “tienen sólo apetitos. Creen que tienen sólo derechos y no creen tener obligaciones. Son los hombres sin la nobleza que obliga” (La Rebelión de las Masas, 1937). Veamos ejemplos.

El caso más bullado es el que dice relación con los derechos de un delincuente. Concedo que ante todo son personas con derecho a rehabilitarse. Pero me inquieta que un gobierno demasiado obsequioso (mal llamado humanista) en el ámbito penal termine otorgando privilegios excesivos a quienes violan el deber fundamental de no perjudicar al conjunto de la sociedad. Cito nuevamente a Rousseau: “En un Estado bien gobernado hay pocos castigos, no porque se concedan muchas gracias, sino porque hay pocos criminales”.

Otro ejemplo: tiempo atrás los estudiantes secundarios llamaron a un paro descomunal en protesta por la calidad de la Educación pública. Este eslogan, sumado a la tenaz resistencia de los petisos hizo que mucha gente los tomase en serio, al punto de la admiración. Sin embargo, un número nada despreciable de estos “caudillos” son los primeros en hacer la cimarra bajo el disfraz de lucha, y tal como han confesado varios profesores, sencillamente no puedes ser demasiado riguroso con los niñitos, porque si los calificas mal – o en buenas cuentas, si realmente los educas – se te viene encima una turba de apoderados para proteger a sus terneros.

Otro más: en víspera de Navidad, un grupo de comerciantes ambulantes santiaguino armó la batahola porque la fuerza policial quería arrancarlos de cuajo de un sector muy concurrido y rentable. Naturalmente, el espectador se alinea con el débil, pero luego observa que los comerciantes establecidos (aquellos que deben pagar toda clase de impuestos) no gozan del mismo derecho que tan arbitrariamente desean adjudicarse sus pares ambulantes, quienes por cierto les arrebatan clientela.

2 preguntas: ¿Qué o cuánto hacemos para ganarnos los derechos que tanto exigimos? ¿Estamos siendo consecuentes? Si la gente pensara un poco en esto tal vez habría menos marchas, aunque moralmente más legítimas.

“El río Ganges de los derechos nace en el Himalaya de los deberes”. (Gandhi)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario, seguro que todos aprendemos algo de ti.