El
20 de noviembre, el Partido Popular vence en las elecciones generales
con una mayoría absoluta abrumadora y el PSOE experimenta su más
desastrosa derrota. Los electores, libremente, mandan a los socialistas a
freír puñetas por incompetentes, mentirosos y derrochadores. Cinco
millones de parados. Un día más tarde, el 21 de noviembre, el Gobierno,
derrumbado en general y Trinidad Jiménez, en particular, tiran a la
basura más de sesenta millones de euros en imbecilidades buenistas y
obsesivas. La Enchufada Mayor del Reino, la sonriente y catastrófica
Trinidad Jiménez, supera su límite de protagonizar memeces y reparte el
dinero de los españoles a proyectos, que en otra situación y sin cinco
millones de parados, hubieran merecido un capítulo aparte en la
Antología Humorística de la Necedad Política.
«El ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres
de Kayes, República de Malí» se lleva 300.000 euros. Y casi 200.000 el
«proyecto para reforzar la capacidad de los jóvenes del sector informal a
exigir sus derechos de salud sexual y reproductiva a través de la
cultura de Bamako, Malí». Doña Trini estaba muy centrada en Malí. Algún
día nos explicará quiénes son los jóvenes del «sector informal». Para
«avanzar hacia una ciudadanía global crítica construyendo sinergias
junto a los movimientos feministas», suelta 50.000 euros. ¡Qué lenguaje
imbécil, cursi y buenista! El doble, 100.000 euros, a la «Red Cine
Lésbico gay bisexual y transexual», al que doña Trini tiene que ser
bastante aficionada, de acuerdo con su generosidad. Otros 100.000 a «La
participación activa para una ciudadanía solidaria», que manda narices, y
200.000 a la «Mejora de la Seguridad Alimentaria Nutricional desde un
enfoque de Soberanía y promoviendo la equidad de género en Presto,
Chuquisaca». Pero también doña Trini acierta de cuando en cuando, y lo
hace de forma cimera evitando conflictos que preocupan a todos los
contribuyentes españoles. Así, destina 300.000 euros – al fin, una buena
inversión–, a la «Mejora de la producción agrícola de las regiones de
Cacheu, Bissora y Carantab, mediante resolución de conflictos con los
hipopótamos, en Guinea-Bissau». Todos los españoles que se precien de
serlo conocían a la perfección que el conflicto con los hipopótamos en
Cacheu y Bissora iba en preocupante aumento. En mi caso, reconozco que
ignoraba que el conflicto sin resolver afectara también a Carantab, que
hasta la fecha era una zona muy respetada por los hipopótamos. Pero doña
Trini, que ha sido ministra de Sanidad, como doña Leire Pajín –no lo ha
sido Mortadelo porque se trata de un personaje de ficción–, ha
considerado con larga inteligencia y visión del futuro que es mejor
prevenir que curar. Y ha aplicado su sabiduría a la prevención del
problema de los hipopótamos en Carantab, tan desagradable como los de
Cacheu y Bissora. Los hipopótamos molestan a los agricultores de
Guinea-Bissau. Serán probablemente «hipopótamos del sector informal»,
como los maricas de Malí, porque de tratarse de hipopótamos del sector
formal, bastaría con una simple advertencia. El problema es que los
hipopótamos quieren tener los mismos derechos sexuales y reproductivos
que las mujeres de Kayes, y por supuesto, los de salud sexual y
reproductiva de Bamako. Y aquí es donde doña Trini se ha hecho un lío, y
los hipopótamos están indignados con ella. Pero buena voluntad no le ha
faltado.
No hay ficción en este artículo. Todo está en el BOE. La estupidez no tiene límites.
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