En torno a las 8:40 horas del 1 de junio de 1994 la banda terrorista ETA asesinaba en Madrid al general de Brigada del Ejército de Tierra JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ROVIRA.
Minutos antes el militar había salido de su domicilio, cerca de El
Retiro, con su hija Lourdes, de 25 años. Tras despedirse de ella, se
dirigió a la calle Ibiza donde le esperaba su chófer a bordo de un coche
blindado para dirigirse a su puesto de trabajo en el Ministerio de
Defensa. Cuando se disponía a subir al vehículo, un etarra lo asaltó por
la espalda y le disparó varios tiros con una pistola. Una vez que el
militar cayó al suelo, el pistolero de ETA lo remató "con total
tranquilidad" con dos disparos más, según testigos presenciales. Después
disparó al conductor del vehículo oficial, un joven que realizaba el
Servicio Militar, pero las balas no le alcanzaron.
El
pistolero de la banda terrorista actuó con total impunidad mientras una
etarra le cubría en la acción. Ambos emprendieron la huida en un
vehículo donde les esperaba un tercer terrorista.
El
general, que iba de paisano, fue atendido inmediatamente por una
empleada del Hospital Gregorio Marañón que pasaba por esa calle para
llegar al trabajo. La empleada declaró que cuando ella llegó hasta la
víctima todavía vivía. Después se acercó un médico del mismo hospital
que ordenó el inmediato traslado del herido al Gregorio Marañón. Sin
embargo, pese a la cercanía del centro médico, el militar ingresó ya
cadáver. Había recibido cinco impactos de bala, cuatro en el tórax y uno
en el cuello.
El
vehículo utilizado por los terroristas para huir fue abandonado cargado
de explosivos en la calle Walia, frente a dos guarderías. Explotó a las
9:40 horas, media hora después de la llamada de ETA avisando de su
ubicación. Sólo dio tiempo de evacuar a los niños del Centro de
Educación Infantil, pero no a los cuarenta menores de seis años de la
guardería Miriam. Ante la inminencia de la explosión, los niños fueron
trasladados a la parte trasera de la guardería, donde los profesores
simularon hacer una fiesta y les hicieron creer que la explosión era un
cohete de feria del Parque de El Retiro.
El
asesinato del general Hernández se produjo días antes de la celebración
de las elecciones al Parlamento Europeo del 12 de junio.
En
el año 2000 la Audiencia Nacional condenó a Mikel Azurmendi
Peñagaricano a 52 años de reclusión por el asesinato de Juan José
Hernández. Azurmendi fue quien condujo el coche empleado en la comisión
del atentado. En 2003 fue absuelto el supuesto autor material del
asesinato, José Luis Aguirre Lete. Pese a que el Ministerio Fiscal había
solicitado una pena de 84 años de prisión por encontrarle autor de los
disparos que acabaron con la vida del militar, el tribunal consideró
insuficientes las pruebas aportadas. La etarra que participó dando
cobertura al autor material no ha sido juzgada.
Juan José Hernández Rovira, de 58 años y natural de Madrid, estaba viudo,
pues su mujer había fallecido de un cáncer fulminante un años antes de
que fuese asesinado. El asesinato del militar dejaba huérfanos de padre y
madre asiete hijos, el más
pequeño de 11 años y con síndrome de Down. Era general de Brigada de
Infantería desde 1991 y subdirector de Centros y Servicios de Defensa.
Su nombre había aparecido en una lista de 400 objetivos de la banda
terrorista ETA incautada en 1992.
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