19.1.10

SOY FUNCIONARIO PÚBLICO


Soy empleado público. Sí, señor. Funcionario.

Esos personajes típicos, oscuros y en la sombra que, hagan lo que
hagan, siempre están mal vistos. De ese colectivo que este año, POR
PRIMERA VEZ en su historia ha conseguido que las dos pagas extras vayan
a percibirlas en su totalidad. Sí, señor, en plena crisis. De esos que
veían con envidia cómo su joven y cualificado vecino albañil, dicho con
el mismo respeto que él me debe a mí, le restregaba en el bar del
barrio que ganaba 2800 euros al mes, su bonito BMW rojo y su nueva casa
mientras uno tenía que visitar el banco para pedir un anticipo de 300
euros con cargo a la paga extra no completa de junio y así equilibrar
su austero presupuesto. Funcionario que, si no le congelaban el sueldo,
se le incrementaba año tras año un pírrico 2 % cuando el IPC subía el 5
o 6 y casi todos disfrutaban de su cláusula automática de revisión
salarial.












Por
tanto, que ahora no vengan los salvapatrias pudientes a echarnos a la
gente encima sugiriendo congelación e incluso recortes de sueldo como
si fuéramos los responsables de que medio país haya estado diez o doce
años viviendo muy por encima de sus posibilidades sin guardar para la
llegada del crudo invierno. No, señor. Llevo 23 años en la
Administración. Como la mayoría de mis compañeros, mi sueldo sobrepasa
apenas el mileurismo y jamás mi cartera ha sido afortunada portadora de
uno de esos billetes ocultos en bolsas de plástico, colchones o
paraísos fiscales. No conozco vacas gordas....ni flacas, y mi plaza,
que era pública y para todo el que la quisiera, me la he ganado a pulso.





Así
que, salvapatrias, dejen que sigamos típicos, oscuros y en la sombra.




Y
además, trabajando.


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