Ni un universo tan sofisticado como el de las carreras de coches y de motos escapa al pánico que produce el número 13. De hecho, en la fórmula 1, desde 1950 sólo dos pilotos lo han lucido en sus coches: Moisés Solana en 1963 y Divina Galica (una de las pocas mujeres que han competido en ésta categoría), en 1973; y ninguno disputó su segunda carrera. Pero cada piloto tiene sus manías. Valentino Rossi, antes de cada carrera se humedece los dedos y se frota los ojos con ellos. “Además de traerse suerte, ese ritual templa su espíritu y acelera su mente antes de subir a la moto”, cuenta Mat Oxley en su libro “Valentino Rossi Motogenius”.
Winston Churchill, aparte de no salir a la calle si su bastón “de la buena suerte” (decía él mismo), tenía aversión al número 13. En Hong Kong es muy popular una anécdota sucedida durante una de sus visitas a la ex colonia británica: se dice que abandonó un almuerzo exclusivo al que había sido invitado en el club Victoria’s Peak al ver que sólo eran doce comensales más uno.
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