1. Basta de retrasos de obturación. Si su cámara presenta problemas de retraso de obturación, será mejor que pruebe el truco del pre-enfoque. Otra opción: muchas cámaras ofrecen una función de enfoque contínuo, que consume más batería, pero también disminuye el retraso de obturación al ir enfocando constantemente mientras encuadramos (o mientras el sujeto se desplaza).
Las cámaras más nuevas y caras tienden a sufrir menos retraso de obturación, y los modelos réflex digitales (es decir, las cámaras de unos 1.000 € con objetivos intercambiables) no presentan ningún retraso.
2. No se crea el mito de los megapíxels. Una mayor cantidad de megapíxels no hace que una cámara sea mejor.
Los megapíxels indican el tamaño máximo de cada foto. Por ejemplo, una cámara de cuatro megapíxels captura imágenes compuestas por cuatro millones de puntos diminutos. El problema es que los fabricantes de cámaras presumen de su cantidad de megapíxels como si fueran un indicador de la calidad fotográfica, y hay muchos consumidores que acaban picando.
En realidad, el número de megapíxels es un indicador del tamaño, pero no de la calidad. Hay fotos horribles de siete megapíxels, como también las hay espléndidas de sólo tres megapíxels. La calidad del objetivo y del sensor determinan mucho más los resultados fotográficos; es una lástima que no existan estadísticas fáciles de comparar sobre dichos atributos).
Entretanto, más megapíxels obligan a comprar una tarjeta de memoria más grande y cara para guardarlos. Y también a esperar mucho más: entre foto y foto, durante la transferencia al ordenador, y para abrir y editar las fotos.
Sólo hay dos situaciones en las que conviene tener en cuenta los megapíxels: cuando se quieren hacer ampliaciones de gran formato (por ejemplo, pósters de 50 x 75 cm) y cuando se desea contar con libertad para recortar gran parte de una foto para conservar el encuadre bueno de verdad, dejando aún los píxels suficientes para imprimir copias de tamaño razonable.
Pero si usted no va a editar sus fotos ni necesita ampliarlas mucho, no se deje llevar por la tendencia hacia los megapíxels. Un buen punto de equilibrio se encuentra en los 4 ó 5 megapíxels.
(Otro truco, éste de regalo: las fotos que se van a mirar en una pantalla, ya sea la web, el correo-e o un pase de diapositivas) no necesitan muchos píxels para nada. Probablemente, con dos megapíxels hay más que de sobra para llenar una pantalla de ordenador sin tener que abrir el zoom. Las grandes cantidades de megapíxels tienen que ver sobre todo con la impresión, que requiere una densidad de puntos mucho mayor).
3. Ignore el zoom digital. Otro de los argumentos que utilizan los fabricantes de cámaras para llegarnos a la cartera es presumir de dos factores de zoom distintos: el óptico (normalmente, 3 aumentos) y el digital (¡10 aumentos! ¡20 aumentos! ¡30 aumentos!).
El zoom digital no es más que una ampliación de la foto. No le aproxima a la acción ni capta más detalles; de hecho, los valores más elevados pueden llegar a estropear las fotos. Para obtener los mejores resultados, deje desactivado el zoom digital. Lo que importa es el número del zoom óptico, que es el del objetivo que le aproxima al sujeto.
4. Tire la tarjeta incluida. Por desgracia, es práctica habitual incluir con la cámara una tarjeta de memoria de muy poca capacidad: un cebo con el que podrá usted disparar un par de fotos mientras todavía está bajo el árbol de Navidad, pero que se llena con sólo cuatro o cinco fotos.
Por eso, al elegir cámara, hay que contar con el coste de una tarjeta de memoria de capacidad razonable, pongamos 512 MB.
5. Atención al formato. Hay una variedad inmensa de tamaños y formas de tarjetas de memoria. Los formatos más económicos son el Compact Flash (grande y robusto; la tarjeta de 1 GB cuesta unos 90 €, pero las hay de hasta 8 GB de capacidad) y el SD (unos 100 € por la tarjeta de 1 GB; el máximo son 2 GB).
La mayoría de las cámaras Olympus y Fuji necesitan tarjetas xD (unos 120 € la tarjeta de 1 GB, la de más capacidad), mientras que la mayoría de los modelos Sony utilizan el Memory Stick Pro (unos 160 € la tarjeta de 1 GB, hasta un máximo de 4 GB) o bien el Memory Stick Duo, de menor tamaño (unos 200 € la de 1 GB; el máximo son 2 GB).
Tenga en cuenta que hay ordenadores portátiles, de bolsillo, teléfonos móviles, consolas de videojuegos, impresoras, quioscos de impresión fotográfica y otros equipos provistos de ranuras para tarjetas de memoria. Lo más frecuente es que admitan tarjetas Compact Flash o SD. Las ranuras compatibles con Memory Stick son menos habituales, y las ranuras XD una rareza.
6. Investigue. Por fortuna para los compradores potenciales de cámaras, la web está repleta de sitios, como dcresource y dpreview, que prueban y analizan a fondo todos los modelos que se les ponen a tiro. Consúltelos antes de comprar; si tiene prisa, lea por lo menos la introducción y las conclusiones, y mire las fotografías de muestra.
7. Identifíquese. No se le ocurra preguntarle "¿Qué cámara digital me compro?" a un columnista de tecnología. Sería lo mismo que preguntar "¿Qué coche debo comprar?" o "¿Con quién tengo que casarme?" No existe una única respuesta correcta.
Ahora existen cámaras de diversas categorías, cada una con sus ventajas e inconvenientes. Hay tarjetocámaras tan pequeñas como una Visa y de sólo dos centímetros de grueso (llamativas y muy cómodas, pero con pocos controles manuales y poca duración de la batería); cámaras que caben en el bolsillo del abrigo (mayores que las anteriores, pero todavía compactas, con tapa de objetivo incorporada, batería de mayor duración y más funciones); modelos semiprofesionales con zoom (ya no caben en el bolsillo, pero llevan objetivos con super-zoom); y modelos réflex (baterías de larga duración, sin retraso de obturación y unas fotos extraordinarias).
8. Apague el flash. El flash de una cámara digital típica tiene un alcance de menos de tres metros. En otras palabras, lo único que conseguirá con él en la obra de teatro de fin de curso es distraer a los actores.
9. Encienda el flash. Por otro lado, hay un buen truco para cuando el rostro de alguien queda en penumbra: encender manualmente el flash. El flash forzado o de relleno rescata de las sombras el rostro del sujeto y salva más de un retrato que de otro modo quedaría reducido a silueta. (En la mayoría de las cámaras, el flash se enciende y apaga pulsando el botón del relámpago).
10. Apague la pantalla. La pantalla trasera es, sin duda, una de las gracias de la fotografía digital, pero también la principal consumidora de la energía de la batería. Si no le molesta sujetar la cámara frente a los ojos y mirar por el visor óptico, apague la pantalla cuando haga fotos y duplicará la duración de cada recarga de batería.
Éstos son los 10 hábitos del fotógrafo digital eficaz. Verá cómo los saltos en trampolín vuelven a quedar bien encuadrados.
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