12.1.09

DE IDIOTAS

Cualquiera que haya leído un compendio de las leyes de Murphy recordará el punzante capítulo sobre Burocracia, jerarqueología y comiteología. En este se propina una golpiza a la célula fundamental de toda burocracia: los comités: Grupos de funcionarios supuestamente encargados de tomar decisiones, pero en la práctica ocupados – o mejor dicho, desocupados – en postergar, titubear y trabarse en formalismos de lo más obtuso.

Por carácter y naturaleza soy renuente al trabajo en grupo, algo bien distinto al trabajo en equipo. En el primer caso, siempre se puede prescindir de algún miembro (o de la mayoría de ellos) para llevar a cabo una tarea. 4 zoquetes empujan un vehículo y consiguen moverlo, pero 3 también pueden hacerlo. El trabajo en equipo es distinto: existen labores diferenciadas que se integran para lograr un objetivo. En esta modalidad la exclusión de un miembro no solo afecta, sino que determina el resultado.

Desde mi punto de vista, la burocracia es un monstruo acéfalo que debe su existencia a dos factores: a) incorporación y promoción de personal incompetente y b) Ausencia de individuos con poder de decisión, capacidad intelectual o carácter para garantizar que un plan se ejecute. Sumados, estos fastidios dan lugar a comités altamente ineficientes para actuar, pero muy útiles para salvar las apariencias, fingir que la máquina funciona. Por medio de agruparse dan por sentado que la mezcla bruta de clavos, madera y cemento formará una casa.

Borja García Huidobro, Premio Nacional de Arquitectura, advirtió esta conducta enfermiza de los grupos de trabajo al señalar que todos los miembros coinciden en que “hay que” hacer tal o cual operación o actividad, pero nadie asume la suya específica. Muy pronto la pandilla de burros comienza a mirarse las caras sin idea del siguiente paso. En eso uno de ellos se levanta de la mesa y todos lo siguen, cuando el infeliz solamente pensaba ir al baño a orinar. Dudo que alguien pueda caracterizar de mejor forma la personalidad de un comité.

En mi experiencia he notado que hay insectos que gustan de someter todo a debate, a mesa redonda. Otros, en cambio, eluden o ignoran la toma de decisiones y se complacen recibiendo instrucciones. Todos estos individuos han nacido para formar comités, pues ven en la reunión un fin en sí mismo, no un medio o etapa previa para alcanzar una meta o al menos ponerla en marcha. Su escaso aporte se limita a asentir con la cabeza o tomar notas incluso de la trayectoria de una mosca que revolotea. Llegan a la reunión en plan indiferente, y parecen desear que todo acabe pronto. No saben en qué medida su silencio y apatía les está labrando un destino de lastres. Mañana serán los gobernados, los reprendidos, los prescindibles ¡Y bien merecido que lo tienen!

¿Quién necesita representantes? ¿Quién necesita agruparse para sentirse seguro, útil y presente? En suma: ¿Quién necesita un pastor? Mi respuesta: las ovejas.

“Un comité lo constituyen doce hombres haciendo el trabajo de uno.” (Comentario de Kennedy sobre los comités, en las leyes de Murphy)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario, seguro que todos aprendemos algo de ti.