LOS ÁRBOLES GIGANTES

El ser humano lleva siglos dedicado a construir y contemplar sus propias edificaciones. Cuánto más altas y más deslumbrantes mejor. Mientras el mundo entero se reta a llegar cada vez más alto con sus rascacielos, la naturaleza lleva milenios desafiando a la gravedad. Es la historia de los grandes árboles.

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Año a año, científicos y estudiosos de estos colosos de la naturaleza siguen tratando de descubrir en bosques inexplorados un nuevo árbol que rompa los registros de altura. En 2006, descubrieron en California (Estados Unidos) el que oficialmente es el árbol más alto del mundo: Hyperion, de 115 metros.

Hyperion es una secuoya impresionante, que fue descubierta en el Parque Nacional Redwood junto a otros dos árboles casi de la misma altura. Este ejemplar, para situarse, es 21 metros más alto que la Estatua de la Libertad de Nueva York.

Pero, ¿cómo se confirma este record de altura? Para confirmar el tamaño de Hyperion, un científico escalador tuvo que escalar hasta su cumbre. Con 115 metros, esta secuoya superaba al árbol que hasta ese momento tenía el record, el Stratosphere Giant, con 113 metros.

Las secuoyas son el árbol más impresionante del mundo. Y los hay con mucha historia y en peligro. Por ejemplo, el Washington Tree, que en su día fue el árbol más alto con 77 metros, se muere poco a poco debido al cambio climático. También es famoso el General Sherman, de 83 metros, cuyo tronco mide 36 metros de circunferencia.

Pero hay otros árboles igualmente impresionantes. Hace siglos, fueron las Ayas de montaña o Eucalyptus regnans, que abundan en Australia, los reyes de las alturas. En la actualidad, rondan entre los 70 y 90 metros, pero están documentados ejemplares que han sido talados o han caído por la acción del aire de entre 115 y 140 metros de altura. El más famoso fue el Ferguson Tree, de 133 metros, medido en 1872. El más alto de esta especie en la actualidad, es el Icarus Dream con 97 metros.

Los reyes de los bosques
Pero no sólo hay árboles que destacan por su altura. También lo hacen por el grosor de su tronco, por sus años, por su forma o por su interior. Los bosques de todo el mundo están llenos de especies fascinantes que son continuamente estudiadas para aplicar sus beneficios a los seres humanos.


Por ejemplo, los baobabs, los árboles símbolo de África. Pueden llegar a tener 25 metros de altura, pero lo impresionante es el perímetro de su tronco, que alcanza la media de 40 metros. Además, son de los más longevos, ya que hay alguno con más de 4.000 años. Y en todo el continente africano han alimentado grandes leyendas, como la que dice que en Sudáfrica, uno de sus troncos puede albergar a 50 personas.

Otro árbol, el pino bristlecone es el árbol más longevo del mundo. Muchos ejemplares superan los 3.000 años de edad, y el más anciano de todos tiene unos 5.000 años, y tiene el nombre de Methushelah (nació en el año 2.832 antes de Cristo). Además, algunos científicos aseguran que han hallado ejemplares muertos de más de 7.000 años.

Sin embargo, hace unos años, en Suecia, descubrieron el árbol más antiguo del mundo. Es del grupo de pinos Picea (de unos 60 metros de altura). Según los científicos, este espécimen tendría más de 8.000 años de edad, gracias a una datación de radiocarbono. La madera de estos pinos es utilizada para fabricar los mejores instrumentos musicales del planeta.

Otro árbol curioso es el Ginkgo, originario de China, que destaca porque es el único del mundo que no tiene parientes vivos. Su origen se rastrea hasta 270 millones de años atrás.

En España también tenemos árboles singulares. En Canarias está el famoso Drago (Dracaena Draco), símbolo de la región. Tiene una forma singular que los haces especiales: se caracterizan por tener troncos múltiples, uno junto al otro, tomando la forma de un paraguas. No son muy altos, pero algunos causan efectos espectaculares.

Y por su longevidad, en nuestro país tenemos el Tejo más antiguo de Europa que alcanza más de 2.000 años de edad. Más de 15 metros de altura y siete de perímetro que reina en la asturiana Sierra del Áramo.