10.11.08

LA VERDADERA HISTORIA DE LA NAVIDAD

La Navidad ha sido trastocada con el paso del tiempo... ha pasado de ser una fiesta religiosa, a otra más del botellón... está mejor explicado todo ese cambio PINCHANDO AQUÍ



Una serie de mitos y leyendas se tejen en torno a la Nochebuena; algunos con documentación fundamentada y otros basados en las tradiciones orales

El Papa Benedicto XVI dijo esta semana que el Nacimiento de Jesús no es un relato de ficción, “no es un cuento, es una historia que realmente sucedió en Belén hace 2000 años. La fe hace reconocer a este Niño, nacido de la Virgen María, el verdadero hijo de Dios".

Benedicto XVI se refirió al misterio de la Navidad, en la que "la cara de Dios no se revela en la fuerza o en el poder sino en la debilidad y la fragilidad de un niño", e invitó a reconocer a Jesús en todos los niños que nacen, que son "la alegría de la Iglesia y la esperanza del mundo".

Historia

Mucho se ha tejido respecto a este nacimiento que cambió el mundo. Lo que llamamos "Navidad" es el resultado de una mezcla de tradiciones paganas muy coloridas e interesantes que hoy le contamos.

Para empezar, en los albores de la era cristiana nadie estaba seguro de la fecha en que había nacido Jesús. Era evidente que en diciembre y enero se daban -y se dan- las temperaturas más bajas y precipitaciones pluviales más altas con las que resultaba imposible que los pastores durmieran a cielo descubierto mientras cuidaban su ganado, según escribió San Lucas -médico sirio convertido al cristianismo muchos años después de la desaparición de Jesús-, pues durante esta época, incluido febrero, hombres y ganado pernoctaban bajo techo.

Era entonces absurdo que el censo de población —decretado por Quirino, gobernador de Siria- se llevara a cabo durante estas fechas, en medio del frío, la lluvia, y los caminos anegados y resbaladizos que harían imposible la caminata a sus lugares de origen, como es el caso de José y María.

Así pues, se comenzó a especular con las fechas: 16 ó 20 de mayo, 9, 19 ó 20 de abril, 29 de marzo ó 29 de septiembre… hasta que en el año 334 el Papa Julio I dictaminó que Jesús había nacido el 25 de diciembre, y punto.

No era fecha escogida al azar, pues -como indica Desmond Morris en “Tradiciones de Navidad”- coincidía con las festividades que se realizaban en muchos de los desplazamientos de peregrinos durante el solsticio de invierno: las ceremonias vikingas en honor de Odín, las Saturnalias romanas, el nacimiento del dios indoiraní Mitra, etc. De ahí que el Nacimiento de Jesús, el Cristo, haya sido fácilmente asimilado al retorno del Sol, al regreso de la luz.

DEl pesebre y el famoso arbolito iluminado

La tradición de poner el pesebre data del año 1223, en la Navidad de una villa italiana cuando San Francisco de Asís reunió a los vecinos de Grecio para celebrar la misa de gallo. En derredor de un pesebre, con la figura del Niño Jesús, moldeada por San Francisco, se cantaron alabanzas al Misterio del Nacimiento; el momento más solemne de la misa la figura inmóvil pareció adquirir vida. Desde entonces, la fama de los "Nacimientos" y su costumbre se extendió por todo el mundo incorporando luego imágenes de animales como alpacas, cóndores, tapires y caimanes, amén de indios pastores, ángeles negros, ídolos precolombinos, así como chamanes amazónicos o emperadores incas en sustitución de algún Rey Mago.

El árbol de Navidad

Muchos pueblos antiguos rendían culto a un puñado de árboles considerados sagrados por distintos motivos. El más común, desde Grecia hasta Noruega, fue el roble, pero con el devenir del cristianismo se lo cambió por el abeto, pues, según los misioneros, la forma triangular de su enramada correspondía al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este tres mágico caló muy bien en todas partes al ser un número venerado por muchos pueblos miles de años antes de la venida de Jesús. De esta manera se impuso el abeto que con el correr de los siglos fue reemplazado por el pino.

Durante estas fechas festivas se los adornaba con piedras pintadas y telas de colores, con el propósito de "vestir" a los árboles que se habían quedado "desnudos" tras el otoño, y lograr que el "espíritu" que se les había escapado con el frío regresara a dar sus frutos en primavera.

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