21.11.08

LAS ANOMALÍAS DE LAS PIONEER

Esta es una historia de dos espacionaves. Pioneer 10 fue lanzada en 1972, Pioneer 11 un año después. En estas fechas las dos naves deberían estar derivando hacia el espacio profundo sin que nadie les prestara atención. Sin embargo, sus trayectorias han probado ser demasiado fascinantes como para ser ignoradas.

Esto es así porque algo ha estado tirando de ellas, o empujándolas, haciendo que aceleren. La aceleración resultante es muy pequeña, menos de un nanómetro por segundo por segundo. Esto equivale a apenas una diezmilmillonésima de la gravedad en la superficie terrestre, pero es suficiente como para haber desviado a la Pioneer 10 de su curso en unos 400 000 kilómetros. La NASA perdió contacto con la Pioneer 11 en 1995, pero hasta ese momento estaba experimentando la misma desviación que su sonda hermana. ¿Cuál es la causa?

Nadie lo sabe. Ya han sido descartadas algunas explicaciones, incluyendo errores de programas de computadora, el viento solar o un escape de combustible. Si la causa es algún efecto gravitatorio, es uno del que nadie sabe nada. De hecho, los físicos están tan desorientados que algunos han decidido a relacionar este misterio con otros fenómenos inexplicables.

Bruce Bassett de la Universidad de Porthsmouth, Reino Unido, ha sugerido que el problema de las Pioneer podría tener algo que ver con variaciones en Alfa, la constante de la estructura fina. Otros han propuesto que está relacionado con la materia oscura, pero como no sabemos qué es la materia oscura, eso tampoco ayuda mucho. “Esto es algo enloquecedoramente intrigante”, dice Michael Martin Nieto del Laboratorio Nacional de Los Álamos. “Únicamente tenemos propuestas, ninguna de las cuales ha sido demostrada”.

Nieto ha reclamado un nuevo análisis de los datos iniciales de la trayectoria de las naves, los que según él podrían ofrecer nuevas claves. Pero para llegar al fondo del problema, lo que los científicos necesitan realmente es una misión diseñada específicamente para estudiar efectos gravitatorios inusuales en los bordes externos del sistema solar. Una sonda de este tipo costaría entre 300 y 500 millones de dólares, y podría adosarse a una misión futura a los confines de nuestro sistema.

“Finalmente, se encontrará una explicación”, dice Nieto. “Por supuesto, espero que sea algo nuevo en física... ¡qué estupendo que sería eso!. Pero cuando un físico comienza a trabajar con la base de deseos, se encamina al desastre”. Por muy frustrante que pueda parecer, Nieto cree que la explicación de la anomalía de las Pioneer se encontrará en algún efecto mundano, tal como una fuente ignorada de calor a bordo de la nave.

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